Mirada de niño

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domingo, 5 de abril de 2015

Muertes que no venden, pobreza infantil.



Ante todo, perdón por la ausencia prolongada, mi PC murió. Veremos como sale esto desde el móvil. Últimamente estamos viendo como noticias de terrorismo o accidentes aéreos ocupan la primera plana de los principales periódicos del mundo, durante varios días nos van informando de los avances de investigaciones, posibles especulaciones, etc. Sin embargo no se les da la misma importancia ni la misma publicidad a los 19.000 niños que mueren al día en el mundo, ni a los 158 millones de niños que según la misma entidad son explotados laboralmente, lo que equivale a 1 de cada 6 niños y niñas trabajando en situaciones de verdadero peligro.




 Noticias como las siguientes, tampoco han sido tapa, "KINGSTON, Jamaica, 18 de mayo de 2012. Un niño de nueve años violado sistemáticamente por el pastor a cuyo cuidado lo había dejado su madre mientras ella trabajaba; un bebé de 18 meses que muere con los órganos internos desgarrados porque su tío lo violó; una niña pequeña infectada con VIH, gonorrea, sífilis y herpes por uno de sus tíos que entraba y salía de la cárcel". Estas terribles noticias las puedes encontrar en la página de Unicef, por ejemplo pero en los periódicos deberás tener paciencia para dar con ellas.




 La violencia se da en colegios e instituciones -como orfanatos y otros centros de acogida-, en las calles, el lugar de trabajo y las prisiones. Los niños y niñas padecen violencia en sus casas, en el seno de sus familias o por parte de otros niños y niñas. Un reducido números de los casos de violencia ejercida contra los niños y niñas termina en muerte; pero lo más frecuente es que ni siquiera deje huellas visibles. Aún así, constituye uno de los problemas más graves que actualmente afectan a la infancia.
Una gran parte de la violencia permanece oculta. En ocasiones, los niños y niñas se sienten incapaces de denunciar los actos de violencia por miedo a las represalias de su agresor. Puede ocurrir también que ni los niños y niñas ni el agresor vean nada malo o inusual en estas prácticas, o que ni siquiera piensen que estos actos violentos constituyen violencia, y los consideren más bien como castigos justificados y necesarios. Puede que el niño maltratado se sienta avergonzado o culpable, pensando que se trata de un castigo merecido. Esto es a menudo la causa de que el niño se muestre reticente a hablar de ello.


La sociedad entera tiene la obligación de trabajar por los niños, por su felicidad, por su bienestar, por su futuro porque del de ellos depende el nuestro. Si no podemos garantizar su bienestar estaremos escribiendo con fuego en nuestra frente nuestra fecha de caducidad.




Gustavo Martín Benedetti