Mirada de niño

BENVINGUTS REFUGIATS MENORCA

La frase de este mes...

domingo, 5 de febrero de 2017

En septiembre del 2016, el Indec volvió a medir el índice de la pobreza en Argentina, arrojando datos escalofriantes: el 32,2 % de la población vive en la pobreza y el 6,3 % vive en la indigencia. Los mismos datos publica la agencia Télam en el mismo mes del año pasado. 

En un país como el nuestro que cuenta con un mar argentino que es una plataforma rica en especies, se tiran al mar 140 mil toneladas de pescado fresco al año, equivalente a 1,5 millones de raciones de comida. Esto sucede por el descarte de la pesca no comercial atrapada en las redes de los barcos que se devuelve al mar. Son capturas que carecen de valor, se descartan, aún sabiendo que millones de argentinos sobreviven en la pobreza con dietas de bajo nivel nutricional.
El dato surge del Banco Interamericano de Desarrollo que sitúa en un 20 % el descarte en la pesca industrial. Pero la Asociación de Capitanes, Pilotos y Patrones (ACPPP) denuncia que ese descarte sería aún mayor llegando al 30 % de todo lo que sale del mar. El Instituto de Desarrollo e Investigación Pesquero, dependiente de la Nación, no posee cifras oficiales. 

"Una vez en la red - por diferencia de presión, arrastre, aplastamiento y escasa circulación de agua - el pescado llega muerto a cubierta, cuando se tira al mar, el pescado está muerto", dice Jorge Frías, presidente de la ACPPP. Dos años atrás. La Unión Europea implementó políticas antidescarte para traer a puerto todo el pescado capturado y lograr un mínimo de desecho de pesca. Pero Argentina no logra cumplir estas normativas, aseguran fuentes oficiales. En nuestro país, lamentablemente, el descarte de pescado no comercial es una antigua modalidad. 



Lo que se busca para comercialización es básicamente merluza, langostino y calamar, pero en las redes viene de todo: tiburones, cavalla, rayas, lenguado rubio, delfines franciscana (en peligro de extinción), hasta estrellas de mar y lobos marinos. "Cuando arrojás la red, no discrimina y extrae todo tipo de peces, sobre todo pequeños", explica el Capitán Frías. A estas especies se las denomina pesca acompañante y se las descarta. Desde la Fundación Vida Silvestre, el experto Guillermo Cañete, se lamenta: "faltan datos concretos y trabajos científicos que evalúen el descarte para impulsar políticas de estado eficientes".



La ley 24.992 prohíbe el descarte y las prácticas no sustentables, pero eso jamás se cumple y así lo asegura el Capitán Frías. Es una ley federal de Pesca de 1998. "Nada evita la pesca de acompañantes o juveniles" asegura. Se denomina juveniles a los peces de menos de 35 centímetros, que aún no se han desarrollado o reproducido. Según Pino Solanas, junto a su asesor en Alimentación y Pesca, César Lerena "no se puede controlar lo que pasa arriba de los barcos, hay 80 inspectores para 550 barcos pesqueros": 

Frías impulsa un proyecto de "Descarte Cero". Propone un subsidio de 30% de gasoil para que esa manera se traiga toda la pesca acompañante y se procese en empanados frescos, enlatados, escabeches, pasta de pescado, hamburguesas y otros productos. Estas capturas son de máximo nivel nutricional asegura y agrega que traer todo el pescado a puerto requerirá fileteadores, envasadores y mano de obra que puede alentar a sectores postergados.
"La calidad alimenticia del pescado es sólo comparable con la leche materna", asegura Lerena, asesor de Solanas y autor del proyecto para una nueva ley federal de pesca impulsada por Proyecto Sur. La iniciativa parlamentaria se encuentra en el Senado a la espera de ser tratada este año. Se trata de modificar una ley que a los hechos nadie cumple. El sector pesquero genera 1.500 millones de dólares al año, unos 200 millones mas que la exportación de carne argentina. Pero la Argentina consume sólo un 5% de lo que se pesca, el resto se exporta a Europa, EEUU, Japón, Brasil, Corea y Arabia Saudita, entre otros países. 

Fundamental es, que sea tratada y modificada esa ley porque con ello y con el compromiso de cumplirla millones de argentinos podrían beneficiarse y mejorar su calidad alimenticia. Siempre y cuando, no se exporte también y se pueda colocar a precios accesibles o como ayuda alimenticia a familias en la pobreza o en estado de indigencia.  

fuente: diario clarín - Indec - Infobae - Agencia Télam.