Sergio Nuñez entendió que el camino no era la venganza, para sacar a los niños de la calle era necesario darles una opción. Acá su historia, que es un ejemplo a seguir.
Cada día leemos en los periódicos sobre algún hecho delictivo en los que lamentablemente los agresores son menores de edad, algunos de estos hechos terminan en muerte, tanto para el agresor como para el agredido, vidas truncadas de uno y otro lado, la inseguridad invade las calles y da la sensación que será así por siempre y cada vez peor a menos que alguien haga algo para cambiarlo. Sergio Nuñez, trabajador de la construcción en Tandil, Provincia de Buenos Aires, lo ha entendido así, que debía hacer algo para cambiar aunque sea un poco la vida de algunos adolescentes que un mes antes había golpeado a su hijo en la calle hasta dejarlo inconsciente.
Cada día leemos en los periódicos sobre algún hecho delictivo en los que lamentablemente los agresores son menores de edad, algunos de estos hechos terminan en muerte, tanto para el agresor como para el agredido, vidas truncadas de uno y otro lado, la inseguridad invade las calles y da la sensación que será así por siempre y cada vez peor a menos que alguien haga algo para cambiarlo. Sergio Nuñez, trabajador de la construcción en Tandil, Provincia de Buenos Aires, lo ha entendido así, que debía hacer algo para cambiar aunque sea un poco la vida de algunos adolescentes que un mes antes había golpeado a su hijo en la calle hasta dejarlo inconsciente.
Al principio sólo quería vengarse de esos niños, que fueran a la cárcel y no salieran nunca mas de ella, pero luego, buscando en su interior alguna respuesta a lo que le había sucedido a su hijo, entendió que esa no era la solución. Que el sistema carcelario no reformaría a esos muchachos, que incluso lo llenaría mas de odio y los volvería mas violentos.Fue entonces cuando le comentó a su mujer el proyecto que tenía, montar una bicicletería solidaria en su casa para enseñarles un oficio y sacarlos de la calle. Su mujer le dijo que estaba loco, que no lo conseguiría, que era una locura. Su hijo, agredido por estos adolescentes e internado en un hospital por las lesiones durante varios días, le recriminó este proyecto a su padre. La resistencia de su hijo fue tal que le aseguró "quedáte con tus nuevos amiguitos, yo me voy de casa". Sergio sintió que su mundo se derrumbaba. "Le preguntaba a Dios que sentido tenía lo que estaba pasando, cómo podía permitir que se fuera, pero la voluntad de Dios es perfecta y mi hijo volvió al día siguiente y me dijo "papá, contá conmigo, yo te voy a apoyar". Su mujer, también, fue entendiendo el proyecto poco a poco y decidió apoyar a su marido.
" Todos necesitamos oportunidades, Y la cárcel no sirve para eso, sobre todo cuando son chicos jóvenes, que pueden torcer su destino con un poco de ayuda" Con la ayuda de su esposa, sus cuatro hijos y varias personas de la comunidad del Barrio Villa Italia de Tandil, puso en marcha un taller de bicicletería, luego incorporó una capacitación en carpintería que está a cargo de Lucas Brito, quien les enseña a los chicos a armar sillones y mesas. En el patio trasero de su casa se amontonan bicicletas, maderas, herramientas y muebles, son el material de trabajo de 15 adolescentes que se sumaron a la iniciativa, entre ellos algunos de los que agredieron a su hijo. Muchos de los chicos vienen de familias desmembradas, contextos de violencia y situación de calle.
"La idea es que los chicos aprendan un oficio y también la cultura del trabajo. Vecinos nos fueron acercando bicis en desuso, otros nos traen tarimas de madera y el dinero que se obtiene de lo que se vende se reparte entre los niños del taller", explica Sergio, Pero hay reglas, Los que formen parte del Programa no pueden involucrarse en conflictos con la ley, tienen que ir a la escuela y no pueden faltar a las capacitaciones. Cerca de las 5 de la tarde un grupo de adolescentes llega en sus bicicletas al jardín de los Nuñez, toman sus herramientas y se ponen manos a la obra.
"Antes estaba todo el día en la calle, me aburría, esto está bueno y algún día puede ser mi trabajo" dice Ramiro, un chico de 12 años que participa del proyecto. Los chicos no sólo van al taller a aprender el oficio de la bicicletería o carpintería, también le piden darse un chapuzón en la pileta de lona que tienen en el jardín o hablar con él y su esposa, pedirles consejo o simplemente disfrutar de la compañía. "Les damos contención. Las personas del barrio están contentas y algunos policías también" dice Sergio.
Así y todo, el desafío es constante y muy difícil. ·"Estos chicos vienen con un patrón de conducta y cambiar cuesta. Hay veces que caen, hay veces que están desanimados, a veces quieren volver a lo que hacían antes, pero nosotros los escuchamos, los acompañamos y confiamos en ellos. Estamos viendo frutos" asegura Sergio.
Micaela, la mujer de Sergio, que también pone todo su empeño en el proyecto cuenta que uno de los adolescentes le contó que "otro pibe del barrio" que no va a la bicicletería hace tiempo hace mas "guita" en la calle que con lo que sacan por la venta de las bicicletas. Micaela le contó que ese chico el dinero lo hace como delincuente y que lo correcto es ganar dinero con el fruto del trabajo, porque delinquir tiene sus consecuencias.
El proyecto cuenta con el apoyo de la Secretaría de Protección Ciudadana a cargo de Atilio Della Maggiora. "Las cuestiones de seguridad no son sólo de la ley y la policía. Hay que dar respuestas desde perspectivas socio comunitarias, por eso estamos muy contentos con el proyecto de Sergio".
Fuente: Diario Clarín.
Así y todo, el desafío es constante y muy difícil. ·"Estos chicos vienen con un patrón de conducta y cambiar cuesta. Hay veces que caen, hay veces que están desanimados, a veces quieren volver a lo que hacían antes, pero nosotros los escuchamos, los acompañamos y confiamos en ellos. Estamos viendo frutos" asegura Sergio.
Micaela, la mujer de Sergio, que también pone todo su empeño en el proyecto cuenta que uno de los adolescentes le contó que "otro pibe del barrio" que no va a la bicicletería hace tiempo hace mas "guita" en la calle que con lo que sacan por la venta de las bicicletas. Micaela le contó que ese chico el dinero lo hace como delincuente y que lo correcto es ganar dinero con el fruto del trabajo, porque delinquir tiene sus consecuencias.
El proyecto cuenta con el apoyo de la Secretaría de Protección Ciudadana a cargo de Atilio Della Maggiora. "Las cuestiones de seguridad no son sólo de la ley y la policía. Hay que dar respuestas desde perspectivas socio comunitarias, por eso estamos muy contentos con el proyecto de Sergio".
Fuente: Diario Clarín.