RECICLAJE EN
ARGENTINA: MATERIA SUSPENDIDA.
El principal amigo y enemigo de nuestro planeta
somos nosotros mismos. No sólo Argentina suspende en materia de reciclaje, en
la cual la ciudad de Buenos Aires y el conurbano producen 15 mil toneladas de
basura al día y sólo se recicla el 5%. En el viejo continente cada europeo
genera 513 kilos de basura al año y solo se recicla el 24%.
Opino que...
Como muchos saben, no resido en mi país del corazón,
mi querida Argentina, lo cual no me impide seguir unido a ella a la distancia y
preocuparme por los problemas que la aquejan. Sostengo que nadie debería
olvidar de donde proviene, viva donde viva y estar orgulloso de ello. Hace
tiempo que vivo en Europa y la verdad, cruzar el gran charco abrió mi mente,
expandió mi visión sobre muchas cosas que antes me parecían insignificantes y
aprendí a ser más responsable, más solidario y más ecológico. Y me pregunté antes y me pregunto ahora,
porqué levantamos la voz y nos quejamos contra los que agreden nuestra
Patagonia, nuestros parque nacionales del sur o del norte, porqué nos
indignamos cuando vemos que talan los bosques del Impenetrable chaqueño si
luego arrojamos sin pudor y sin conciencia los restos del aceite quemado de la
fritura del mediodía por el fregadero o tiramos las botellas de plástico o las
pilas a la basura común y decimos “bueno, por una pila no pasa nada”. Consciente o inconscientemente estamos
contaminando nuestro planeta, de alguna manera estamos contribuyendo a su
extinción. Quizás no muchos sepan dónde va a parar el aceite quemado que viaja
por las tuberías o que el plástico tarda 500 años en degradarse. Si queremos un
mundo mejor, que nos provea del bienestar necesario para nuestra subsistencia y
la de nuestros descendientes, si queremos que La Tierra nos provea el alimento
necesario para vivir debemos reciclar y contaminar lo menos posible. Cada vez
que te indignes por las malas actitudes de los demás, pregúntate que hacés vos
por tu planeta y como podes ayudarlo.
Gustavo Martín Benedetti
Administrador
Estado
del reciclaje en Argentina
El reciclaje continúa
siendo una asignatura suspendida entre los argentinos. Las últimas estadísticas
publicadas son aplastantes: tan sólo una minoría separa sus desperdicios
regularmente. Un reciente estudio de opinión pública realizado por TNS Gallup
acerca del reciclado y la separación de residuos desvela que más de la mitad
(53%) de la población sabe poco o nada sobre temas vinculados con el
tratamiento, separación y reciclado de la basura. Las mujeres reciclan más que
los hombres, un 23% frente a un 18%.
La buena
noticia es que el 65% de los encuestados reconoce estar muy interesado o
bastante interesado en recibir información al respecto y nueve de cada diez
entrevistados asegura que es muy importante o bastante importante que los ciudadanos
clasifiquen y separen las basuras en reciclable y no reciclable.
Sin
embargo, la realidad es que tan sólo un 20% declara tener el hábito regular de
separar la basura entre reciclables y no reciclables, utilizando para ellos
diferentes bolsas. En este tema, las buenas intenciones no cuentan, es
necesario dar el paso definitivo. Así, que el 29% de los encuestados admite que
pensó alguna vez en reciclar pero que finalmente no lo hizo porque no sirve de
mucho. Y aún lastramos un 33% de la población que ni siquiera tiene interés por
conocer los beneficios del reciclaje y un alarmante 11% considera que
reciclar es poco o nada importante y un 5% no lo ve necesario.
¿Cuáles son los
principales motivos para no separar los residuos?
El estudio de opinión pone de
manifiesto que la primera razón para no hacerlo (30%) es que no se recolecta de
forma separada. En segundo lugar (17%), el hecho de que nadie lo hace y, por
tanto, ellos mismos tampoco. Un 14% reconoce que no se le ocurrió y un 12% mira
hacia el Gobierno, indicando que no existe una directiva clara al respecto. En
suma, quienes no reciclan tienden a culpar a otros más que a sí mismos.
Curiosamente, otro reciente estudio de esta empresa reveló que seis de cada
diez argentinos consideraba que su ciudad está algo o muy sucia y, preguntados
por las causas, se atribuye a los demás y no a uno mismo: un 80% piensa que la
gente contribuía poco o nada a la limpieza de la ciudad.
¿Cuál es la
solución a esta problemática?
Pues, en buena parte, la formación.
Dos hechos que avalan esta teoría: el 61% de los universitarios encuestados
dice saber mucho o bastante sobre el tratamiento
de la basura. Por el contrario, entre quienes sólo tienen educación primaria
esa cifra se precipita hasta el 42%. Además, nuestros mayores de 65 años
también realizan más reciclado de sus residuos (24%), frente a los más jóvenes,
cuyo porcentaje desciende hasta el 18%.
¿Cuánta basura
genera una persona al año?
La ciudad
de Buenos Aires y el conurbano producen más de 15 mil toneladas diarias de
basura; apenas el 5% se recicla, y el resto se entierra en los rellenos
sanitarios del CEAMSE. La mayor proporción corresponde a los porteños, que
generan, en promedio, unos 750 kilos de residuos anuales por persona. Un valor
similar a lo que se produce en los Estados Unidos, mientras que España genera
547 kilos, Suecia y Finlandia generan alrededor de 450 kilos, y Japón aún
menos: 410 kilos.
A fines del
siglo XIX cada porteño originaba un kilo de residuos por día, pero hoy ese
valor se duplicó. También cambió la composición: a fines del siglo XIX, el 75%
eran restos de alimentos, cenizas y polvo del barrido de los pisos, y un 25%
eran latas, vidrios y loza. En la actualidad, los restos orgánicos disminuyeron
a un 40%, pero los plásticos, los papeles y los cartones suman otro 40%.
La forma
tradicional para eliminar la basura ha sido quemarla o acumularla en sitios
adecuados. En Europa, con escaso espacio para rellenos sanitarios, numerosas
plantas generan energía a partir de la incineración de residuos. “Esos sistemas
no solo emiten sustancias tóxicas al ambiente, como dioxinas y furanos, sino
que también, al no haber separación previa, van a contramano de los programas
de reciclaje y reducción de desechos, generando costos muy altos a los
municipios”, resume la licenciada Consuelo
Bilbao, Coordinadora de la Unidad Política de Greenpeace Argentina.
Asimismo, esos sistemas desperdician energía, pues necesitan apoyo de un
combustible fósil (por ejemplo, gas natural) ya sea para el arranque, o para
secar la materia orgánica, cuyo contenido de agua puede alcanzar el 60%. Bilbao advierte: “La ecuación energética
es muy mala, y resultan más contaminantes que el uso del carbón”.
Las plantas
incineradoras, son caras
Las plantas
incineradoras son costosas de construir y mantener, y requieren grandes
volúmenes de residuos para seguir operando. Además, contaminan y mucho. Los contratos les aseguran un flujo constante de basura, haciendo
difícil que los municipios inviertan en políticas de reducción y reciclaje.
En Estados
Unidos se discuten los pros y los contras de esas tecnologías. Si bien cuentan
con territorio para rellenos sanitarios, el transporte hasta esos sitios
implica altos costos y contaminación ambiental.
Lo cierto
es que los rellenos sanitarios son un riesgo para la salud, por las sustancias
tóxicas presentes en la basura, y también para el ambiente, por los gases de
efecto invernadero que ocasiona la descomposición de la materia orgánica.
Los
desechos tóxicos generados por fábricas, hospitales y laboratorios de
investigación, entre otros, deben ser tratados y luego dispuestos en rellenos
de seguridad. Sin embargo, “en los hogares también se producen desechos
peligrosos que van junto con los residuos sólidos urbanos”, advierte la
licenciada María Fernanda Bauleo,
asesora técnica de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la
Nación. Los residuos peligrosos domiciliarios incluyen pilas, insecticidas,
latas de pintura, tubos de luz, entre otros.
En cuanto a
las pilas, Bauleo señala que, si bien
hay proyectos de ley que obligan al importador a ocuparse de la gestión de esos
productos, hasta ahora no hay normas al respecto. “Las campañas de juntar las
pilas, por ejemplo en escuelas, no tienen sentido mientras no se establezca
previamente un lugar para hacer un tratamiento específico y disposición para
ese tipo de residuo”, opina.
¿Basura cero?
De acuerdo
con la nueva óptica, en diversas ciudades del mundo se adoptaron planes de “basura cero”, con el fin de disminuir
en forma gradual los residuos que van a disposición final. En tal sentido, se
intenta promover cambios de hábitos en la sociedad. Entre las estrategias, se
propone reducir, reutilizar y reciclar (las tres “R”). Primero, reducir la
cantidad de residuos que generamos, por ejemplo, no comprando productos con
exceso de embalaje, o evitando envases descartables y bolsas plásticas. Luego,
reutilizar los envases de vidrio, lata o cartón. Por último, convertir los
restos de un producto en materia prima para fabricar otros; pero, para ello, es
necesaria la separación previa.
En la
Comunidad Económica Europea, la meta es reducir la basura en un 50%, tomando
como base la generada en 1995. Para el 2020, la merma esperada es del 65%. En
muchas ciudades es obligatorio clasificar los residuos en origen.
En 2005, la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires sancionó la Ley 1854 de Gestión
Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Ley de Basura Cero), que fija un
cronograma de reducción progresiva de los desechos que van a los rellenos
sanitarios. La meta, hasta ahora lejos de cumplirse por falta de acciones
concretas, estipulaba una disminución del 30% para 2010, de un 50% para 2012 y
de un 75% para 2017, tomando como referencia los datos del CEAMSE al 2004, que
indicaba 1.500.000 toneladas para la Ciudad. En lugar de disminuir, la basura
creció un 50% y en 2011 trepó hasta las 2.280.000 toneladas.
La ley
establece la separación en origen y la recolección diferenciada; y un
cronograma paulatino para concientizar y enseñar a los ciudadanos a separar en
forma correcta.
¿Qué se recicla?
Medicamentos,
textil y calzado, Aceites de Cocina, Aparatos eléctricos y electrónicos, pilas
y baterías, envases ligeros, papel y cartón, vidrio y residuos orgánicos.
Residuos
orgánicos: son
biodegradables (se descomponen naturalmente). Son aquellos que tienen la
característica de poder desintegrarse o degradarse rápidamente, transformándose
en otro tipo de materia orgánica. Ejemplo: los restos de comida, frutas y
verduras, sus cáscaras, carne,huevos.
Residuos no orgánicos (o
inorgánicos): son los que por sus características químicas sufren una
descomposición natural muy lenta. Muchos de ellos son de origen natural porque
no son biodegradables, por ejemplo los envases de plástico. Generalmente se
reciclan a través de métodos artificiales y mecánicos, como las latas, vidrios,
plásticos, gomas. En muchos casos es imposible su transformación o reciclaje;
esto ocurre con el telgopor, que seguirá presente en el planeta dentro de 500
años. Otros, como las pilas, son peligrosos y contaminantes.
Los
residuos orgánicos que generamos en nuestro domicilio son una fuente de
nutrientes muy buena para enriquecer el suelo. Tanto si tenemos una huerta como
un jardín, vivamos en el campo o en la ciudad, podemos utilizar estos residuos
como abono que se puede obtener a través de un lombricario o de un cajón de
compost.
¿Y los residuos
inorgánicos?
En general,
nuestros residuos inorgánicos domiciliarios están compuestos por: papel y
cartón, plásticos, metales, elementos de control sanitario (pañales, toallas
higiénicas, algodones, etc), vidrios, y otros (madera, trapos, cuero, goma,
pilas).
Productos
contaminantes
Aceite usado de
cocina: Mientras
tú disfrutas de tus papas fritas, el aceite que utilizaste para cocinarlas
recorre las tuberías hasta terminar en un río, donde se juntará con otros 120
millones de toneladas de aceite vegetal que se consume en el mundo, el cual no
permite la oxigenación del agua, ni la entrada de los rayos del sol, los peces
pronto comenzarán a morir.
El Residuo de Aceite Usado de
Cocina (RAUC) es uno de los más grave factores de contaminación del agua, ya
que es capaz de crear una capa, que es difícil de eliminar, por encima del
agua, lo que dificulta el paso de oxígeno y puede matar a los seres vivos de
los ríos.
Papel Aluminio: El
Aluminio puede acumularse en las plantas y causar problemas de salud a animales
que consumen esas plantas. Las concentraciones de Aluminio parecen ser muy
altas en lagos acidificados. En estos lagos un número de peces y anfibios están
disminuyendo debido a las reacciones de los iones de Aluminio con las proteínas
de las agallas de los peces y los embriones de las ranas.
Elevadas concentraciones de Aluminio no sólo causan efectos sobre los peces,
pero también sobre los pájaros y otros animales que consumen peces contaminados
e insectos y sobre animales que respiran el Aluminio a través del aire.
Las consecuencias para los pájaros que consumen peces contaminados es que la
cáscara de los huevos es más fina y los pollitos nacen con bajo peso. Las
consecuencias para los animales que respiran el Aluminio a través del aire son
problemas de pulmones, pérdida de peso y declinación de la actividad. Otro
efecto negativo en el ambiente del Aluminio es que estos iones pueden
reaccionar con los fosfatos, los cuales causan que el fosfato no esté
disponible para los organismos acuáticos.
Altas concentraciones de Aluminio no sólo pueden ser encontrados en lagos
ácidos y arie, también en aguas subterráneas y suelos ácidos. Hay fuertes
indicadores de que el Aluminio puede dañar las raices de los árboles cuando
estas están localizadas en las aguas subterráneas.
CD: Los CDs y DVDs que
ya no se utilizan se han convertido en un problema ambiental, debido a que se
producen tanto a nivel industrial como casero y en general se desechan
como cualquier otro tipo de basura, sin tener en cuenta la pre-selección y el
tratamiento posterior, que toda basura electrónica necesita cuando ya
no es útil. Los discos
compactos se crean en procesos sumamente contaminantes, además están realizados
en plástico, mayormente policarbonato, también contienen aluminio, laca y
colorantes todos compuestos que no son biodegradables.
Teniendo en cuenta estos pocos factores, es más que obvio que representan un
gran foco contaminante, por eso hay algunas cosas a tener en cuenta a la hora
de reciclarlos.
Bombillas
de bajo consumo: contiene mercurio, una sustancia muy tóxica, por lo
que a la hora de desecharlas deben ser tratadas como residuos peligrosos.
Pilas, baterías: Para
imaginar la magnitud de la contaminación de estas pilas, basta con saber que
son las causantes del 93% del Mercurio en la basura doméstica, así como del 47%
del Zinc, del 48% del Cadmio, del 22% del Níquel, etc.
Estas pilas sufren la corrosión de sus carcazas afectadas internamente por sus
componentes y externamente por la acción climática y por el proceso de
fermentación de la basura, especialmente la materia orgánica, que al elevar su
temperatura hasta los 70ºC, actúa como un reactor de la contaminación.
Cuando se produce el derrame de los electrolitos internos de las pilas,
arrastra los metales pesados. Estos metales fluyen por el suelo contaminando
toda forma de vida (asimilación vegetal y animal).
El mecanismo de movilidad a través del suelo, se ve favorecido al estar los
metales en su forma oxidada, estos los hace mucho más rápido en terrenos
salinos o con PH muy ácido.
Plástico: este útil
material también tiene su parte negativa. Hace 30 años el planeta viene
acumulando 1.000 millones de objetos de plástico y la naturaleza no sabe ahora
qué hacer con ellos.
Cada objeto de este material dura
hasta 500 años en desintegrarse y por eso, mientras tanto, el plástico convive
con personas, animales y plantas y su impacto ya es evidente incluso en el
fondo de los océanos. De hecho, un estudio británico detectó en el 2006 restos
de las bolsas plásticas en la arena del desierto y también en peces para el
consumo.
La contaminación
por plástico es una de las más significativas en la actualidad. Se calcula
que se producen cerca de 150 bolsas de plástico por persona cada año.
Vidrio: El
reciclado de vidrio entraña beneficios sociales, ambientales y económicos, ya
que genera un significativo ahorro energético. Por cada 3.000 botellas que se
depositan en el iglú se ahorran 130 kg de fuel, debido a que el vidrio que se
recicla funde a una temperatura más baja. La energía requerida para fundir la
fórmula del vidrio, puede disminuir hasta la mitad, dependiendo de la cantidad
de vidrio que se introduzca al horno. De hecho, el vidrio reciclado ahorra de
un 25% a un 32% de la energía utilizada para producir vidrio nuevo.
Si hiciéramos una extrapolación de datos para trasladar el ahorro energético a
una situación doméstica podríamos afirmar que tan sólo con la energía que
ahorra el reciclaje de una botella sería posible mantener encendida una
bombilla de 100 vatios durante 4 horas.
Papel: El papel y
los productos relacionados con él se elaboran a partir de fibras de celulosa
presentes en las plantas. Estas fibras pueden provenir de diferentes vegetales:
algodón, madera, paja de cereales, etc., pero actualmente la mayor parte de la producción
mundial del papel proviene de la madera. A la vez, un tercio del total de
madera procesada en el mundo se emplea para la fabricación de pasta. El consumo
mundial de papel excede las 268 millones de toneladas por año (PPI, 1995). El
rápido y mantenido crecimiento de la demanda de productos de papel ha ido de la
mano de una mayor escasez en la provisión de madera, provocando la desaparición
de bosques nativos con los consecuentes impactos sobre los ecosistemas que
forman parte de ellos.
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