Mirada de niño

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martes, 21 de agosto de 2012

El hambre en los niños de mi país, me duele.


El hambre, un flagelo que todos conocemos, algunos de lejos, otros de cerca y algunos ni siquiera saben que existe. ¿Cómo se le explica a un niño que vive en Argentina, un país con todos los recursos habidos y por haber, que no podrá comer? ¿Cómo se le explica que los políticos que gobiernan su país ganan sueldos astronómicos, se movilizan en coches de lujo y viven en suntuosas casas mientras que ellos no tienen siquiera un techo donde refugiarse y que el dinero que podría darles un techo se gasta para que otros, no él, puedan ver fútbol gratis? Políticos, por cierto, que los incluyen irónicamente en todos sus discursos populares para hacer emocionar a la muchachada. ¿Alguno de estos señores del poder ha visto alguna vez la cara de un niño con hambre? Yo he visto niños harapientos en el corazón de Buenos Aires aspirar cemento de contacto para no sentir hambre, perdidos en su propio mundo, viajando a quien sabe donde en sus pequeñas mentes inocentes. Niños que gastan vida más rápido que la suela de sus zapatos, que no van a la escuela porque deben trabajar. Adultos en cuerpos de niño sin futuro y sin esperanza.


Un informe sobre la niñez presentado por El Observatorio de la Deuda Social Argentina realizado por  la Universidad Católica Argentina (UCA) nos dice que dos de cada diez niños tienen las necesidades básicas insatisfechas. Necesidades como alimento, ropa, abrigo, calzado y una vivienda digna así como insertarse en el sistema educativo. Pertenecen a un núcleo duro de la pobreza infantil que se mantiene desde 2007 hasta ahora, a pesar de que disminuyó de manera importante en ese lapso.  Según ese informe, que evalúa la evolución de la pobreza en el ámbito de la niñez y teniendo en cuenta datos entre el 2007 y el 2011, esa cantidad de menores con las necesidades básicas insatisfechas (NBI) persiste a lo largo de los años a pesar de las políticas sociales.
En esos cinco años en los que se midió la pobreza ésta tuvo un descenso del 10% pero las NBI de los chicos sólo retrocedieron la mitad, por lo cual el 22% de los menores que residen en las grandes ciudades de nuestro país lo hacen en viviendas precarias, sufre hacinamiento, déficit en el acceso al agua corriente y al sistema educativo y casi el doble no tiene gas en su casa. El 23% tampoco se realizó un chequeo médico en todo el año pasado.

La coordinadora del estudio realizado por la UCA, Lanina Tuñón, resaltó la importancia de la mejora en esos cinco años pero hizo referencia al núcleo duro de la pobreza donde las políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo no parecen modificar significativamente. “Tiene un nivel de cobertura importante respecto que llegó a los sectores que tenía que llegar en términos de pobreza, pero hay un 20% de la infancia que no recibe ningún tipo de asistencia social y que de ese porcentaje, un 38% es pobre por ingresos: son 650 mil chicos de las grandes ciudades de Argentina que no reciben beneficio de ningún plan social” afirmó. Esta afirmación disiente y mucho de la versión del Gobierno Argentino en su página web. Además, evaluó, “que el impacto del programa no fue como se esperaba. Por ejemplo, en la inclusión en el mundo educativo y en la baja en la tasa de inseguridad alimentaria no observamos cambios”.
Todos los chicos son iguales en sus derechos, pero a la hora de que éstos se implementen, no; mientras los sectores medio – altos invierten fuertemente en la infancia  el resto debe esperar una apuesta fuerte del Estado y la brecha educativa se asienta, afirma el informe.  
Según las conclusiones del Observatorio Social, entre 2007 y 2011 la desigualdad en los niveles de inclusión en el nivel inicial se mantuvo y los niños de entre 6 y 12 años de estrato social muy bajo tienen tres veces mas chances de ir a la escuela con sobre-edad. En tanto, un 28.2% de los adolescentes urbanos se encuentran en situación de rezago educativo, osea, no asisten a la escuela o cursan en algún año inferior a su edad.
A casi la mitad de los chicos de las grandes ciudades del país nadie les lee un cuento y mas del 10% no festeja el día de su cumpleaños. Mas grave aún, el 36.4% es víctima de agresión física.


Fuente: www.eldia.com.ar – Periódico El País

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