Eso es exactamente lo que hacen desde el gobierno nacional y desde el gobierno chaqueño hace años, dibujando números para ocultar personas que viven en situación de pobreza. Y mientras eso sucede, ellos viven como millonarios, como si el sueldo que perciben procediera de empresas privadas o de su propio patrimonio, ostentando sin descaro, a la vista de todos, burlándose de quienes los pusieron ahí para administrar los bienes de todos. Porque sólo son eso, administradores del patrimonio argentino, pero actúan como si fueran los dueños del país. Sus costosos y elegantes trajes, sus relojes de oro y sus coches de gama alta contrastan con los techos de chapa agujereados de los barrios mas pobres, con el hambre de los niños y la desesperanza convertida en costumbre.
Sus discursos populares convencen al que recibe un plan o una bolsa de comida pero es un cachetazo en pleno rostro de quienes no ven la realidad distorsionada o de quienes están fuera de toda estadística, los olvidados de siempre. Y no viene a cuento ahora ponerse a debatir sobre si todos los pobres lo son por elección o por destino o bien por la desgracia de gobiernos de turno elegidos democráticamente, o no.
En un país que se jacta de ser potencia Sudamericana, el que supo ser, otrora, el granero del mundo, el cual ocupaba el primer lugar como exportador del Cono Sur, es inexplicable que alguien pase hambre. Sin embargo, hoy gracias a la gran década Kirchnerista, nuestro país está sufriendo un retroceso impresionante en ese aspecto ubicándose en el onceavo puesto, detrás de Brasil, Uruguay y Paraguay, como exportador de carne. Pero si no se exporta lo que antes, deberíamos suponer que el mercado interno de nuestro país está saturado de alimentos suficientes para toda la población. Y aquí volvemos al principio, porque hay un elevadísimo porcentaje de habitantes que viven por debajo del nivel de la pobreza, incapaces de acceder ni siquiera a la canasta básica alimentaria.
Algunas de esas personas, que viven en condiciones deplorables en sitios casi inaccesibles tienen la suerte de ser elegidos por ciudadanos solidarios y reciben alimentos, ropa, juguetes o útiles escolares donados por personas anónimas de todo el país. Un pueblo solidario haciendo la labor de un gobierno olvidadizo, mas preocupado por los porcentajes electorales que del hambre de su gente. Miran para un costado frente al atropello y asesinatos de nuestros pueblos originarios, minimizan las participaciones multitudinarias reclamando por la inseguridad, la cual aseguran es una sensación y se ríen de quienes se atreven a criticarlos.
Hace pocos días, Capitanich aseguró que la pobreza en su provincia descendió del 76% al 24,3% y los que no creemos en el relato oficial vemos su clara intención de mejorar su posición frente a las elecciones que se avecinan. Sin embargo, los datos obtenidos por el Indice Barrial de Gran Resistencia, Chaco, aseguran que en el 4º trimestre del año 2012 el 45,78% de los individuos (184.458 personas)y el 34,13% de los hogares se encuentra bajo la línea de la pobreza, mientras que el 9,30% de los individuos (37.590 personas)y el 5,32% de las viviendas se encuentran por debajo de la línea de la indigencia, es decir, sólo en el área metropolitana 222.048 personas se encuentran en situación de pobreza.
Mas de 140.000 personas viven hacinados en terrenos del cinturón urbano del Gran Resistencia. siendo parte de los denominados excluidos sociales, sin posibilidades de alimentos y mucho menos de una vivienda digna y trabajo, a tal punto que mas del 80% de los habitantes de esos asentamientos se encuentran sin trabajo. En la actualidad hay mas de 250 asentamientos en la provincia, pero el dato mas llamativo es que se siguen incorporando nuevas familias a los mismos, a tal punto que en los terrenos de La Rubita se estima que son 1.800 familias instaladas en esas tierras cuando inicialmente fueron ocupadas por 600. Alicia Monzón, encargada de la ONG La Familia es una de las pocas que mantiene un comedor dentro del extenso predio de La Rubita y asegura que asisten 200 chicos por día al mismo. "Hasta hace unos meses eran 90 los niños a los que dábamos un plato de comida pero en poco tiempo se duplicó. Si bien no tenemos recursos, hacemos bastantes cosas para conseguir comida. Nosotros buscamos y conseguimos la carne y las verduras y es el gobierno el que nos entregaba el arroz y los fideos pero desde hace un tiempo no conseguimos esa ayuda que es invalorable" aseguró.
Sus discursos populares convencen al que recibe un plan o una bolsa de comida pero es un cachetazo en pleno rostro de quienes no ven la realidad distorsionada o de quienes están fuera de toda estadística, los olvidados de siempre. Y no viene a cuento ahora ponerse a debatir sobre si todos los pobres lo son por elección o por destino o bien por la desgracia de gobiernos de turno elegidos democráticamente, o no.
En un país que se jacta de ser potencia Sudamericana, el que supo ser, otrora, el granero del mundo, el cual ocupaba el primer lugar como exportador del Cono Sur, es inexplicable que alguien pase hambre. Sin embargo, hoy gracias a la gran década Kirchnerista, nuestro país está sufriendo un retroceso impresionante en ese aspecto ubicándose en el onceavo puesto, detrás de Brasil, Uruguay y Paraguay, como exportador de carne. Pero si no se exporta lo que antes, deberíamos suponer que el mercado interno de nuestro país está saturado de alimentos suficientes para toda la población. Y aquí volvemos al principio, porque hay un elevadísimo porcentaje de habitantes que viven por debajo del nivel de la pobreza, incapaces de acceder ni siquiera a la canasta básica alimentaria.
Algunas de esas personas, que viven en condiciones deplorables en sitios casi inaccesibles tienen la suerte de ser elegidos por ciudadanos solidarios y reciben alimentos, ropa, juguetes o útiles escolares donados por personas anónimas de todo el país. Un pueblo solidario haciendo la labor de un gobierno olvidadizo, mas preocupado por los porcentajes electorales que del hambre de su gente. Miran para un costado frente al atropello y asesinatos de nuestros pueblos originarios, minimizan las participaciones multitudinarias reclamando por la inseguridad, la cual aseguran es una sensación y se ríen de quienes se atreven a criticarlos.
Hace pocos días, Capitanich aseguró que la pobreza en su provincia descendió del 76% al 24,3% y los que no creemos en el relato oficial vemos su clara intención de mejorar su posición frente a las elecciones que se avecinan. Sin embargo, los datos obtenidos por el Indice Barrial de Gran Resistencia, Chaco, aseguran que en el 4º trimestre del año 2012 el 45,78% de los individuos (184.458 personas)y el 34,13% de los hogares se encuentra bajo la línea de la pobreza, mientras que el 9,30% de los individuos (37.590 personas)y el 5,32% de las viviendas se encuentran por debajo de la línea de la indigencia, es decir, sólo en el área metropolitana 222.048 personas se encuentran en situación de pobreza.
Mas de 140.000 personas viven hacinados en terrenos del cinturón urbano del Gran Resistencia. siendo parte de los denominados excluidos sociales, sin posibilidades de alimentos y mucho menos de una vivienda digna y trabajo, a tal punto que mas del 80% de los habitantes de esos asentamientos se encuentran sin trabajo. En la actualidad hay mas de 250 asentamientos en la provincia, pero el dato mas llamativo es que se siguen incorporando nuevas familias a los mismos, a tal punto que en los terrenos de La Rubita se estima que son 1.800 familias instaladas en esas tierras cuando inicialmente fueron ocupadas por 600. Alicia Monzón, encargada de la ONG La Familia es una de las pocas que mantiene un comedor dentro del extenso predio de La Rubita y asegura que asisten 200 chicos por día al mismo. "Hasta hace unos meses eran 90 los niños a los que dábamos un plato de comida pero en poco tiempo se duplicó. Si bien no tenemos recursos, hacemos bastantes cosas para conseguir comida. Nosotros buscamos y conseguimos la carne y las verduras y es el gobierno el que nos entregaba el arroz y los fideos pero desde hace un tiempo no conseguimos esa ayuda que es invalorable" aseguró.
Es la historia de siempre. Pasan los gobiernos, pasan los años y los pobres siguen siendo pobres. Debe ser muy duro no ver nunca la luz al final del túnel. Los que alguna vez sentimos el dolor que produce el hambre entendemos el sufrimiento. Algunos tuvimos la suerte de superar esos momentos, pero tantos, demasiados, son los que conviven con este flagelo día a día, convirtiendo sus días de vida en sufrimiento. Demasiadas personas en edad de trabajar basan su economía familiar en ayudas sociales y la caridad de otros, un país con gran parte de su población desocupada difícilmente pueda alcanzar la esperanza de aquellos años dorados de principios del siglo XX. Los niños de hoy son la esperanza de mañana, invertir en ellos debería ser la prioridad de cualquier político, quizás sea una utopía, un sueño, pero dejar de insistir en ello sería aceptar una derrota imperdonable.
Gustavo Martín Benedetti
Administrador del blog
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